Blogs
La forma de los ríos es entonces el fruto de un delicado e inestable equilibrio entre la hidráulica (caudales líquidos), el transporte de sedimentos (caudales solidos) y la geomorfología (dimensión de sedimentos, geometría del lecho). Cualquier cambio en uno de estos componentes va a afectar a los otros, determinando cambios morfológicos. Este equilibrio se puede representar conceptualmente por la balanza de Lane.
La balanza representa el equilibrio que existe entre el flujo de agua
y los sedimentos transportados. Por un lado están el transporte de sedimentos y el tamaño de éstos, y en el otro el flujo líquido y la pendiente del río. Cualquier cambio en la cantidad de agua o sedimentos en el río va a afectar la morfología, cambiando el tamaño de los sedimentos, la pendiente, y erosionando o depositando sedimentos en el río. Esto va a afectar el patrón del canal, el cual puede cambiar longitudinal y transversalmente. A su vez,
los cambios en los patrones del canal van a estar restringidos por las condiciones físicas del valles (geometría: grado de confinamiento). Así mismo, esta geometría y patrón del canal van a afectar el flujo hídrico proveniente de cierto régimen hídrico (pluvial, nivel, glaciar), y este, con sus variabilidad, va a afectar el transporte de sedimentos. Éste transporte, está relacionado estrechamente con el suministro de sedimentos, una variable difícil de
cuantificar, pero que se ha comprobado ser una limitante en el transporte de sedimentos.
Por lo tanto, la relación entre el régimen hídrico, el suministro de sedimentos y la geometría del valle, son un tridente fundamental para comprender la geomorfología fluvial y sus procesos, y el cambio en el flujo, magnitud y/o régimen de estos va a afectar las formas y procesos que ocurren en los ríos.