El campo magnético terrestre es básico para la vida en nuestro planeta. Esta compleja fuerza dinámica nos protege de la radiación cósmica y las partículas cargadas de energía procedentes del Sol. En gran parte es generado por el océano de hierro fundido, supercaliente y turbulento que conforma el núcleo exterior de la Tierra, a unos 3.000 kilómetros bajo nuestros pies. Como si se tratase del conductor giratorio de la dinamo de una bicicleta, este crea corrientes eléctricas que, a su vez, generan nuestro campo magnético en constante cambio.
Este campo magnético también es el responsable de que tengamos atmósfera. La atmósfera es la que nos protege de los rayos solares del Sol y la que mantiene la temperatura habitable. De no existir, las temperaturas oscilarían entre 123 grados y -153 grados. También hay que decir que miles de animales, incluidas especies como las aves y tortugas, emplean el campo magnético para navegar y orientarse durante su periodo de migración.