La atmósfera define muchas de las condiciones superficiales de un planeta, y todas son distintas. En el caso de nuestra atmósfera, tiene cuatro capas: la primera es la troposfera, rica en oxígeno y vapor de agua. En ella es donde ocurren muchos fenómenos meteorológicos que conocemos: lluvias, vientos y nevadas. Llegar hasta su límite solo es posible con un avión especializado, capaz de alcanzar grandes altitudes.
La segunda capa es la estratosfera, un lugar seco y sin fenómenos meteorológicos al que no pueden llegar los aviones, porque no hay aire suficiente para sostenerlos, pero sí los globos aerostáticos. Le sigue la mesosfera, la capa por la que pasan las estrellas fugaces, es decir, los meteoroides que se han desintegrado en la termosfera, la penúltima capa de la atmósfera terrestre, y en la que suceden las auroras boreales; en ella, además, orbitan los transbordadores. Por último, queda la exosfera, que junto a las otras capas protegen y regulan la vida terrestre.